Partamos de un punto de inicio: no vamos a tener en cuenta la inverosimilitud a la que está llegando. Abracemos el sinsentido y las tramas imposibles. Si algo podemos decir de esta temporada es que Riverdale se ha convertido en la legítima heredera de Pequeñas mentirosas. Y ya no hablo de esas ropas de Veronica que no sabes si son de alta costura o de una tienda de saldos de los brilli-brilli; es el volumen de noticias, la capacidad de resucitar muertos, de cruzar tramas imposibles y de alargar un tema hasta el infinito.
Y aún así me sigue atrapando. Porque sabía a lo que venía, y cuando fueron avanzando pasos en los pasados años, lejos de quejarme y abandonarla, empecé a verla con palomitas y ganas de mucho drama.
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