La muerte del joven Jason Blossom nubla con un halo de misterio al siempre apacible pueblo de Riverdale, propagando y ocasionando cimbronazos varios en el status-quo de las más emblemáticas familias de la región. Sin embargo, el trágico incidente corre en paralelo de una irrefrenable tormenta hormonal entre los adolescentes del lugar: Archie, Veronica, Betty y Jughead, serán los protagonistas de una coming of age story que se aleja de característicos tópicos de la TV americana hastiados de romances contrariados.
Riverdale, resulta una vuelta de tuerca -bastante siniestra- respecto de los clásicos personajes de Archie Comics que comenzaron a publicarse durante 1941, creados por el guionista Vic Bloom, y el dibujante Bob Montana, el mismo año en el que el Capitán América en Timely Comics y la Mujer Maravilla en DC Comics encabezaban un alud de Superhéroes. Bien vale mencionar el precedente del universo de ARCHIE COMICS, inspirado por las películas de Andy Hardy, una saga de comedias y romances de preparatoria que tuvieron su esplendor entre 1937 y 1946, protagonizadas por un característico pelirrojo de la pantalla grande: Mickey Rooney.
La trama de Riverale describe al héroe de turno, Archie Andrews (K.J. Apa) como “el chico más afortunado del mundo”, aunque se trate de un adolescente en tensión de fuerzas opuestas entre su desempeño como un promisorio deportista y su contradictoria pasión por la música.
La preparatoria le depara al pelirrojo galán un triángulo romántico con Verónica Lodge (Camila Mendes), una picante y despampanante morocha en plan Kardashian recién llegada a Riverdale, antepuesta a la dulce e inestable Betty Cooper (Lili Reinhart), la chica de al lado eternamente enamorada Archie.
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